¿RESISTENCIA O FLUIDEZ?

Dos formas diferentes de experimentar los cambios

¡Auxilio!, ¡Cambio a la vista!

Hay circunstancias en las que nuestra vida parece dar un giro de 180°. Un despido laboral, el cambio de ciudad, la separación de pareja, el matrimonio y la llegada de un hijo, entre otras, son situaciones que rompen el equilibrio y nos cargan de emociones encontradas por la incertidumbre de lo que vendrá. En estos casos, ¿cuál es la mejor manera de enfrentar los cambios?

Si eres de las personas que prefieren una vida sin mayores variaciones, si esperas que cada día sea muy parecido al anterior y la posibilidad de hacer un cambio te aterroriza, ¡Despierta! Contrario a lo que comúnmente se piensa, nuestra vida está en constante transformación, sólo que muchas veces, estas circunstancias pasan casi desapercibidas, porque no requieren de ti una preparación, ni un ajuste importante, ni te exigen un desafío mayor.

Te invito a que recuerdes el último cambio que experimentaste en tu vida, un cambio que hayas considerado significativamente importante. ¿De qué manera lo viviste?, ¿Cómo te sentiste? ¿Qué ganaste y qué perdiste? Si tuviste la sensación de estar en una verdadera crisis, te tengo una noticia: “las crisis, no existen”. Date cuenta, que lo que para algunas personas es considerado un hecho crítico, para otras puede ser algo intrascendente, entonces, ¿en dónde está la diferencia? La respuesta es: En nuestra mente, en la manera como interpretamos todo lo que nos sucede.

Te lo voy a explicar un poco más; cada cambio que nos ocurre, es solamente eso, un hecho, un suceso, una circunstancia; lo que lo convierte o no en una crisis, es la manera como nosotros afrontamos eso que ocurre. En general tenemos dos opciones; la primera es, hacer resistencia al cambio porque nos exige salir de lo acostumbrado y abandonar nuestra zona de confort, desafiándonos a actuar de una manera diferente; la segunda es, vivir el cambio con fluidez, como una oportunidad de aprendizaje, sin resistirnos a él, sencillamente observándolo y tomando las decisiones adecuadas para vivirlo sin traumatismos.

Así que te invito a que la próxima vez que estés frente a un cambio radical en tu vida, antes de considerarlo como un problema, o una crisis, sencillamente contemples ese momento y te preguntes: ¿Qué necesito para poder observar este cambio como una oportunidad?, ¿A qué me desafía este momento de mi vida?, ¿Qué decisiones requiero tomar?, ¿Qué es lo bueno de esta situación?

Y ahora, ¿cómo decides afrontar los cambios? ¿Con resistencia o con fluidez?