DIME LO QUE NO PIDES, Y TE DIRÉ LO QUE NO CONSIGUES...
- Blanca Corredor
- 10 jul 2019
- 2 Min. de lectura
Una mirada a la posibilidad de PEDIR desde nuestra feminidad

Las mujeres nos hemos caracterizado históricamente por ser quienes estamos dispuestas a escuchar, acoger, atender, consentir, cuidar y proteger y en ocasiones esto se convierte en algo invisible, transparente, automático, que no nos cuesta trabajo porque es nuestra manera natural de relacionarnos. Cuando una persona se encuentra en una situación de dolor o dificultad, es más frecuente que una mujer perciba empáticamente lo que sucede y de manera desinteresada ofrezca apoyo y atención.
Sin embargo, cuando tú como mujer, te sientes cansada y quisieras tener el apoyo de alguien, ¿te es fácil pedirlo? o prefieres esperar a que la otra persona suponga o adivine tu necesidad y te brinde lo que quieres sin necesidad de pedirlo. Te invito a revisar de dónde surge esta manera de pensar y de actuar y qué obtienes o qué pierdes al no pedir. Pregúntate:
- ¿Cuáles son aquellas cosas que nunca pido?
- ¿Cuál es la razón para no pedirlas?
- ¿Con qué personas no me atrevo a pedirles ciertas cosas?
Cuando no pedimos lo que necesitamos, por temor a molestar o incomodar al otro, por creer que la respuesta va a ser un NO, o por no quedar en deuda con alguien, perdemos la oportunidad de descubrir cuánto podemos recibir.
Tu capacidad y disposición a pedir, se relaciona también con qué tan merecedora te sientes de recibir, o si has aprendido que no tienes derecho de hacerlo y es por eso que te niegas a pedir. Créeme, la vida es diferente si te dispones a recibir y confías en que las personas que te rodean están dispuestas a brindar con alegría.
Así que el trabajo comienza por definir con claridad lo que deseas pedir: pregúntate: ¿Qué es exactamente lo que quiero que pase? Luego, identifica ¿a quién se lo vas a pedir? y eso depende en gran medida de la capacidad que tenga esa persona para darte lo que estás pidiendo. También es importante generar el contexto y prepararte para tener esa conversación; no es algo que se haga de afán, en un encuentro casual en un pasillo, o en un cruce fortuito en la calle, elige el momento, en el que los dos dispongan de tiempo suficiente y estén en un ambiente sereno y apropiado.
Y para completar el ciclo y tener mejores resultados, recuerda dejar claros algunos indicadores como ¿para cuándo lo quieres? y ¿de qué manera? Mientras más claro sea tu pedido, mayores las posibilidades de lograr lo que deseas.
Entrénate en el ejercicio de pedir y notarás cambios maravillosos en tus relaciones.
Comments